María de Padilla

Hacia finales de abril,
un jinete se aproxima
a la ciudad de Toledo
que no sabe de Padilla.
"Vengo a ver a mi señora
por traerle una misiva.
¡Señora de mi señor,
nunca a mejor serviría!"
"Mensajero, mensajero,
danos acá la misiva,
que lo escrito no leyera
aquella a quien se destina."
El mensaje retenido
le llega a doña María,
el nombre de Villalar
pronto le salta a la vista.
La dama se queda al punto
como la cera más fría.
Dio a su dolor rienda suelta
a solas doña María.
Una noche pasó entera
para medir su desdicha,
y aquella noche al esposo
su respuesta dejó escrita.

Al salir de su aposento
sus sufrimientos domina,
lleva el cabello trenzado,
negro luto la atavía.

"Toledanos, toledanos,
que en el reino no se diga,
que al perder a sus mejores
Toledo quedó vencida".
Hasta seis meses prolonga
Toledo su rebeldia,
y al cabo de los seis meses
se rinde doña María.
Hasta seis meses prolonga
Toledo su rebeldía,
más si Toledo se rinde,
Toledo no está vencida.