Muerte de Padilla, Bravo y Maldonado

Apunta ya el nuevo día,
tras sacarles de sus celdas,
los imperiales dos mulas
de negro luto enjaezan.
Juan de Padilla y Juan Bravo
han de cabalgar en ellas.
Un pregonero abre paso
gritando a la concurrencia:

"Justicia en nombre del Rey
y el Consejo de Regencia.
Por su traición y su infamia
los caballeros perezcan"

Sentencia (texto original)
En Villalar, a veinte e cuatro días del mes de abril de mil
e quinientos e veinte e un años, el señor alcalde Cornejo,
por ante mí, Luis de Madera, escribano, recibió
juramento en forma debida de derecho a Juan de Padilla,
el cual, preguntado si se ha seído capitán de las Comunidades
de estos reinos contra el servicio de sus majestades, dijo que es
verdad, que ha seído capitán de la gente de Toledo, y que
ha estado en Torre de Lobatón con las gentes de las Comunidades,
e que ha peleado contra los gobernadores de estos reinos,
e que fue a prender a los del Consejo e alcalde de sus majestades.

Lo mismo confesaron Juan Bravo e Francisco Maldonado
haber seído capitanes de la gente de Segovia e Salamanca.
Este dicho día, los señores alcaldes Cornejo e Salmerón e Alcalá,
dijeron que declaraban, e declararon, a Juan de Padilla e
a Juan Bravo e a Francisco Maldonadod por culpantes,
por haber seído traidores de la corona real de estos reinos,
y en pena de maleficio dijeron que los condenaban e condenaron
a pena de muerte natural e a la confiscación de sus bienes y oficios
para la cámara de sus majestades, como traidores.

Juan Bravo no se retiene:
"Cumplid pronto la sentencia,
pero llamarnos traidores
nadie puede en esta tierra.
Mientes tú, vil pregonero,
y aquel a quien obedezcas".

En dos picotas agudas
levantan las dos cabezas,
para servir de escarmiento
ha de dejarlas expuestas.
En dos picotas agudas
levantan las dos cabezas,
al caer del mismo día
se añadirá una tercera.